La intolerancia a la fructosa es un trastorno gastrointestinal en el cual el cuerpo tiene dificultades para descomponer y absorber la fructosa, un tipo de azúcar presente en muchos alimentos. La fructosa es un monosacárido que se encuentra de forma natural en frutas, miel, jarabe de maíz con alto contenido de fructosa y algunos vegetales. Normalmente, el intestino delgado descompone la fructosa y la absorbe en el torrente sanguíneo, pero en individuos con intolerancia a la fructosa, este proceso no se lleva a cabo eficientemente.
Puede deberse a la deficiencia de una enzima llamada Aldolasa B, necesaria para descomponer la fructosa en el hígado. También puede ser el resultado de problemas en la absorción de la fructosa a través de las células del intestino delgado. Como resultado, la fructosa no digerida llega al intestino grueso, donde las bacterias la fermentan, produciendo gases y provocando síntomas gastrointestinales.
Los síntomas comunes de la intolerancia a la fructosa incluyen dolor abdominal, hinchazón, diarrea, flatulencia y malestar general después de consumir alimentos que contienen fructosa. El diagnóstico generalmente implica pruebas clínicas, como la prueba de hidrógeno en el aliento, análisis de sangre y, en algunos casos, la eliminación y reintroducción controlada de alimentos ricos en fructosa.
El manejo de la intolerancia a la fructosa implica seguir una dieta baja en fructosa, evitando o limitando ciertos alimentos que son ricos en esta sustancia. Es fundamental que el diagnóstico y tratamiento sean llevados a cabo por profesionales de la salud para garantizar un abordaje adecuado y personalizado según las necesidades individuales de cada persona. Si tienes estos síntomas o diagnóstico médico, consúltanos, en Nutrifit podemos ayudarte elaborando un plan de nutrición adaptado a este trastorno gastrointestinal.