Comer ultraprocesados: el riesgo silencioso que confirma la ciencia

Recientemente se ha publicado en la revista científica The Lancet una ambiciosa serie de estudios realizados por decenas de expertos internacionales, incluyendo investigadores españoles, que revisan la evidencia acumulada entre 2016 y 2024 sobre el impacto de los alimentos ultraprocesados en la salud. La conclusión general es contundente: un consumo elevado de estos productos está asociado a un aumento significativo del riesgo de múltiples enfermedades crónicas y de mortalidad prematura.

Este trabajo supone la revisión más amplia realizada hasta la fecha, con un volumen de datos y un análisis global sin precedentes. Sus resultados refuerzan lo que profesionales de la salud llevan años advirtiendo, pero con un respaldo científico más sólido y difícil de ignorar.

A continuación, analizamos qué significa exactamente este estudio, qué riesgos identifica y por qué su contenido es relevante para cualquier persona interesada en cuidar su salud. También ofrecemos una reflexión sobre cómo un proyecto como Nutrifit puede aprovechar estos hallazgos para promover hábitos de alimentación más saludables.

Qué entendemos por alimentos ultraprocesados

Definición y características

Los alimentos ultraprocesados son productos industriales fabricados a partir de ingredientes refinados y aditivos. Suelen contener harinas blancas, azúcares libres, grasas hidrogenadas, jarabes, saborizantes, colorantes, emulsionantes y conservantes. Su composición se aleja por completo de los alimentos frescos o mínimamente procesados y su perfil nutricional dista mucho de ser equilibrado.

Suelen ser muy palatables, duraderos, de fácil consumo y muy rentables para la industria, pero pobres en fibra, micronutrientes y proteínas de calidad. Además, su combinación de azúcares, grasas de baja calidad y sal es una de las principales razones de sus efectos negativos sobre la salud.

A esto se suman los posibles efectos de aditivos y compuestos químicos propios del procesado o de los envases, que pueden contribuir a un deterioro adicional del bienestar metabólico y digestivo.

Un fenómeno creciente a nivel global y en España

El consumo de ultraprocesados ha aumentado de manera notable en las últimas décadas. En países como España, su presencia en la dieta se ha triplicado desde los años ochenta, llegando a representar en algunos casos más de un 30 % de la ingesta calórica total.

Este cambio no es casual: la falta de tiempo para cocinar, los precios más elevados de los alimentos frescos, el marketing masivo y la comodidad de los productos industriales han contribuido a su expansión. Aunque resultan prácticos, su impacto negativo sobre la salud es mayor del que se pensaba inicialmente.

Principales riesgos para la salud identificados

La revisión publicada en The Lancet revela asociaciones sólidas entre un consumo elevado de ultraprocesados y diversas enfermedades. Entre los hallazgos más destacados se encuentran:

Enfermedades crónicas

  • Obesidad y sobrepeso: el exceso calórico, la hiperpalatabilidad y la pobre calidad nutricional de estos productos favorecen el aumento de peso y la acumulación de grasa corporal.
  • Diabetes tipo 2: se observa un incremento notable del riesgo de desarrollar esta enfermedad, especialmente debido al alto contenido en azúcares, carbohidratos refinados y grasas poco saludables.
  • Hipertensión y enfermedad cardiovascular: el patrón de consumo típico de ultraprocesados está vinculado a un aumento de la presión arterial, así como a un mayor riesgo de patologías cardíacas.
  • Disfunción hepática: el hígado es un órgano clave para el metabolismo y sufre especialmente cuando la dieta está basada en productos ultraprocesados, contribuyendo a problemas como el hígado graso no alcohólico.

Salud mental y calidad de vida

Aunque menos conocido, el impacto de los ultraprocesados sobre la salud mental está siendo cada vez más documentado. Algunos estudios encuentran asociaciones entre su consumo frecuente y un mayor riesgo de depresión. Además, su efecto sobre la inflamación, el equilibrio energético y la microbiota intestinal puede afectar al estado de ánimo y al bienestar general.

Otros aspectos como la fatiga, los desequilibrios metabólicos, la alteración del sueño y la menor calidad de la dieta pueden contribuir a un deterioro progresivo de la salud y la vitalidad.

Mortalidad prematura

Uno de los datos más alarmantes de la revisión es la relación entre una dieta rica en ultraprocesados y una mayor mortalidad por todas las causas. No se trata únicamente de patologías concretas, sino de un aumento global del riesgo de muerte prematura. Esto sitúa el consumo de ultraprocesados como un problema de salud pública de primera magnitud.

Más allá de la dieta individual: factores que favorecen su consumo

Un punto clave del análisis es que el auge de los ultraprocesados no se debe solo a decisiones personales. Existen factores estructurales, comerciales y sociales que condicionan la alimentación de la población.

El papel de la industria alimentaria

Las grandes corporaciones alimentarias tienen un papel determinante en la expansión de los ultraprocesados. Su objetivo principal es la rentabilidad, y para lograrlo invierten en marketing, distribución masiva, innovación tecnológica y estrategias de fidelización.

Esto ha generado un entorno en el que los ultraprocesados son accesibles, abundantes, atractivos y muchas veces más baratos que alternativas saludables. La industria también ejerce presión sobre políticas públicas, lo que complica la implementación de medidas regulatorias.

Cambios sociales y económicos

El ritmo de vida actual, las largas jornadas laborales, la pérdida de habilidades culinarias y la subida del precio de los alimentos frescos han creado un caldo de cultivo perfecto para la expansión de estos productos industriales. Muchas familias recurren a ellos como una solución rápida y económica, aunque a largo plazo el coste sea mayor para la salud.

Un problema estructural que exige respuestas colectivas

Los investigadores coinciden en que no basta con pedir a las personas que tomen mejores decisiones. Se necesitan políticas públicas que modifiquen el entorno alimentario, regulen la industria y faciliten el acceso a opciones saludables.

Qué medidas se proponen para reducir el consumo de ultraprocesados

La revisión no se limita a señalar el problema; también propone soluciones. Entre las medidas urgentes destacan:

Etiquetado claro y regulación de la publicidad

Se propone implementar un etiquetado frontal que indique de forma clara el grado de procesamiento y los aditivos presentes en un producto. Esto permitiría a los consumidores tomar decisiones más informadas.

También se recomienda limitar la publicidad de ultraprocesados, especialmente aquella dirigida a niños, adolescentes y poblaciones vulnerables.

Reducción de ultraprocesados en espacios públicos

Hospitales, centros educativos y comedores institucionales deberían reducir o eliminar la venta de estos productos. Esto no solo protege a las personas, sino que envía un mensaje claro sobre el papel de la alimentación en la salud.

Impuestos e incentivos

Los expertos sugieren aplicar impuestos específicos sobre ultraprocesados y usar esos fondos para abaratar alimentos frescos como frutas, verduras, legumbres y proteínas de calidad. Esta estrategia ya se ha probado con éxito en algunos países para reducir el consumo de bebidas azucaradas.

Educación nutricional y recuperación de la cocina tradicional

La educación en nutrición debe ser un pilar fundamental. Además, recuperar recetas sencillas, cocinar más en casa y priorizar alimentos de temporada puede marcar una gran diferencia en la salud de la población.

Qué significa todo esto para Nutrifit

Para Nutrifit, este estudio es una herramienta clave para reforzar el mensaje que promovemos desde el inicio: una alimentación basada en comida real es la base de una vida plena y saludable.

Algunas aplicaciones directas son:

  • Utilizar estos hallazgos para crear contenido divulgativo riguroso.
  • Reforzar las recomendaciones centradas en alimentos frescos frente a las opciones ultraprocesadas.
  • Educar a la comunidad sobre cómo leer etiquetas, planificar menús y cocinar de forma sencilla.
  • Impulsar cambios de hábitos que no solo mejoren la salud física, sino también la mental y emocional.
  • Participar en la conversación social sobre la necesidad de regular y mejorar el entorno alimentario.

Conclusión

La evidencia científica es clara: los alimentos ultraprocesados representan un riesgo para la salud que va más allá de unas calorías extra. Están vinculados a enfermedades crónicas, deterioro metabólico, problemas mentales y un aumento de la mortalidad prematura.

Este es un momento clave para repensar cómo nos alimentamos. Tanto a nivel individual como colectivo es necesario tomar decisiones que favorezcan el bienestar a largo plazo. Proyectos como Nutrifit pueden desempeñar un papel importante acompañando a las personas en ese camino hacia una alimentación más consciente, equilibrada y basada en alimentos reales.


Fuente: La Voz de Galicia, revisión científica publicada en The Lancet sobre los riesgos de los ultraprocesados.